En un martes clave de nuevo en el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea después de una nueva votación en el Parlamento británico, la postal es la siguiente: no habrá extensión del artículo 50 ni por ende retraso para consumar el Brexit, y May tratará de renegociar las bases sentadas con Bruselas, que pasan principalmente por el asunto de la frontera con Irlanda, no la de Gibraltar.
Un proceso de divorcio que sigue con sus particulares tiras y aflojas entre las partes, hoy te quiero yo, mañana me quieres tú, y pasado no nos queremos ninguno. Las separaciones nunca fueron fáciles, y menos una que engloba a los 500 millones de personas que forman parte de la Unión Europea.
Sin embargo, aquí en nuestra galia particular, y pese a que los augurios vaticinan un final difícil para todos, los representantes ‘en miniatura’ de las partes de este complejo proceso, que no son otros que Gibraltar y su campo, tratan mientras tanto tratan a toda costa de poner parches y lazos que afiancen dos piezas que están destinadas a entenderse por mucho que no quieran verlo desde Londres o Bruselas.
Y en el mismo martes en el que May volvía a poner los puntos sobre las íes en el parlamento británico, en Cádiz, representantes del gobierno provincial y del Peñón, por medio de su vicepresidente Juan Carlos Ruiz-Boix y el ministro de Cultura, Steven Linares, inauguraban la exposición ‘Easterly Winds-Vientos de Levante’, en la que una selección de diecisiete artistas de Gibraltar expondrán hasta el próximo ocho de marzo obras que abarcan las más diversas disciplinas artísticas en el Claustro del Palacio provincial.
Un gesto que pone en valor las palabras vertidas, en castellano, por el propio ministro, el brexit no debe romper una relación que ha de ser de amistad, amistad que, o es real y verdadera tanto en el ámbito local como en el internacional, o se convertirá en el divorcio más caro de la historia reciente.
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